Como ante todo trastorno, lo primero que se debe hacer es tener un diagnóstico claro y específico. En el caso del TDAH, el trastorno es neuropsicológico y neurológico/neuropediátrico. Hacer un claro diagnóstico permite crear y establecer un plan y proponer acciones terapéuticas, escolares y familiares.
El primer paso del diagnóstico del TDAH, es la detección de éste. Por lo general la realizan los padres cuando comienzan a notar en sus hijos una serie de conductas inesperadas y fuera de lugar, aunque también puede ser realizada en el colegio al notar conductas inadaptadas y trastornos de conducta y atención en el niño.
Algunos de los factores que llevan a la detección del TDAH, por ejemplo, son la hiperactividad en los primeros años de vida; el bajo rendimiento escolar durante los años de primaria; los problemas de conducta en los años de secundaria; la dificultad para elegir o encontrar una carrera adecuada y para completarla en los años universitarios; la dificultad de mantener un trabajo y una pareja estable, y la depresión, en el caso de los adultos.
Luego de la detección del trastorno se debe realizar un diagnóstico médico, que debe ser realizado por un neurólogo o un psiquiatra. Cuando el médico tiene experiencia por haber tratado muchos casos de gente con TDAH, el diagnóstico es un procedimiento clínico sencillo. La base del diagnóstico es una cuidadosa historia clínica, con los padres como informantes. Además, es necesario averiguar si hay antecedentes en la familia. Con frecuencia uno de los padres tiene TDAH. Y por último se debe revisar lo ocurrido en la gestación, el parto y el desarrollo durante los primeros años de vida, ya que esto permite determinar si es que ha habido o no factores ambientales que hayan facilitado la aparición de los síntomas del TDAH, tomando en cuenta que la predisposición genética es muy importante.
Como último paso, luego de haberse revisado la historia clínica, se realiza la aplicación del cuestionario del DSM IV, cuando se trata de un niño o adolescente y si se trata de un adulto existen cuestionarios adaptados para ellos.
Existen acuerdos a nivel mundial respecto a la aceptación de los criterios del DSM IV como ayuda para definir el diagnóstico del TDAH en niños y adolescentes. De acuerdo a estos consensos es necesaria la presencia de seis de los nueve síntomas de desatención o de hiperactividad-impulsividad; estos tienen que haber persistido por un mínimo de seis meses, deben presentarse por lo menos en dos ambientes y al menos unos cuantos deben haber existido antes de los siete años de edad. La última “condición” para que estos síntomas se puedan diagnosticar como un trastorno es que afecten la vida social, académica o laboral de quien los presente.
Los síntomas y características del déficit de atención y de la hiperactividad-impulsividad ya han sido presentados anteriormente, en la sección 1.3.3) Perfil de una persona con TDAH.
El primer paso del diagnóstico del TDAH, es la detección de éste. Por lo general la realizan los padres cuando comienzan a notar en sus hijos una serie de conductas inesperadas y fuera de lugar, aunque también puede ser realizada en el colegio al notar conductas inadaptadas y trastornos de conducta y atención en el niño.
Algunos de los factores que llevan a la detección del TDAH, por ejemplo, son la hiperactividad en los primeros años de vida; el bajo rendimiento escolar durante los años de primaria; los problemas de conducta en los años de secundaria; la dificultad para elegir o encontrar una carrera adecuada y para completarla en los años universitarios; la dificultad de mantener un trabajo y una pareja estable, y la depresión, en el caso de los adultos.
Luego de la detección del trastorno se debe realizar un diagnóstico médico, que debe ser realizado por un neurólogo o un psiquiatra. Cuando el médico tiene experiencia por haber tratado muchos casos de gente con TDAH, el diagnóstico es un procedimiento clínico sencillo. La base del diagnóstico es una cuidadosa historia clínica, con los padres como informantes. Además, es necesario averiguar si hay antecedentes en la familia. Con frecuencia uno de los padres tiene TDAH. Y por último se debe revisar lo ocurrido en la gestación, el parto y el desarrollo durante los primeros años de vida, ya que esto permite determinar si es que ha habido o no factores ambientales que hayan facilitado la aparición de los síntomas del TDAH, tomando en cuenta que la predisposición genética es muy importante.
Como último paso, luego de haberse revisado la historia clínica, se realiza la aplicación del cuestionario del DSM IV, cuando se trata de un niño o adolescente y si se trata de un adulto existen cuestionarios adaptados para ellos.
Existen acuerdos a nivel mundial respecto a la aceptación de los criterios del DSM IV como ayuda para definir el diagnóstico del TDAH en niños y adolescentes. De acuerdo a estos consensos es necesaria la presencia de seis de los nueve síntomas de desatención o de hiperactividad-impulsividad; estos tienen que haber persistido por un mínimo de seis meses, deben presentarse por lo menos en dos ambientes y al menos unos cuantos deben haber existido antes de los siete años de edad. La última “condición” para que estos síntomas se puedan diagnosticar como un trastorno es que afecten la vida social, académica o laboral de quien los presente.
Los síntomas y características del déficit de atención y de la hiperactividad-impulsividad ya han sido presentados anteriormente, en la sección 1.3.3) Perfil de una persona con TDAH.
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