jueves, 15 de julio de 2010

HISTORIA

La historia del TDAH se inicia después de la epidemia de encefalitis letárgica, que ocurrió a partir de 1917. El cuadro clínico observado, que presentaba alteraciones conductuales y cognitivas, pasó a denominarse Daño cerebral, debido a que lo presentaban niños que habían sufrido esta enfermedad que comprobadamente daña el cerebro. Conforme pasaban los años, el cuadro presentado anteriormente también fue observado en niños que no tenían historia de haber sufrido encefalitis letárgica ni tenían clara evidencia de haber sufrido daño en el cerebro, por lo que se creyó que el daño cerebral sufrido por ellos debía de haber sido muy leve y el trastorno que nos ocupa pasó a llamarse Daño cerebral mínimo.
A comienzos de los años 60, la persistente ausencia de signos de daño cerebral en estos niños condujo a una nueva evaluación del cuadro clínico, el que comenzó a ser llamado Disfunción cerebral mínima, tomando en cuenta que no existían signos de daño cerebral pero sí tenían los denominados signos “blandos o mínimos”, que pasaron a ser considerados como signos de alteración funcional del cerebro.
Entre la década de los 50 y los 70, otra de las denominaciones del actual TDAH fue Síndrome hiperquinético. Paulatinamente, a partir de 1980 y en sucesivas revisiones del Manual Diagnóstico y Estadístico de la Asociación Psiquiátrica Americana (DSM), se le pasó a denominar Trastorno por déficit de atención –con hiperactividad y sin hiperactividad-. Finalmente, con la aparición del DSM IV (la cuarta revisión del manual mencionado), desde 1994, se le comienza a denominar Trastorno por Déficit de Atención con Hiperactividad, en el cual se reconocen tres variedades, dependiendo de que se encuentren ambos componentes –déficit de atención e hiperactividad- o de que exista la presencia predominante de cualquiera de ellos.

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